Una conversación imaginaria entre Guillermo Graetzer y Carl Orff

G.G.: Estimo muy útil el empleo de la percusión en la educación musical infantil pero me parece exagerado su uso en el “método Orff”.
C.O.: Aquí hay que aclara dos malentendidos. Si bien es muy común hablar de Método Orff, no se trata de un método en su real significado. Nos encontramos más bien frente a una oferta amplia de un material musical y didáctico elaborado bajo el color de una idea pedagógica matriz: la de enseñar música haciéndola. De este modo elige el profesor lo que corresponde al nivel del alumnado según su propia visión pedagógica y su capacidad creadora…
G.G.: Me parece que Orff da demasiado peso a la pentafonía; además observamos que los niños pequeños cantan canciones tonalmente mucho más complejas que aprende, por ejemplo, a través de la TV…
C.O.: El empleo de la pentafonía se basa en varios aspectos: uno de índole antropológico derivado de la analogía evolutiva entre el niño y la humanidad en su historia temprana, la ontogenia y la filogenia. El otro es de índole didáctico: el niño improvisa en forma mucho más libre y creativa con el material tonal que le ofrecen los modos pentatónicos.
Los modos mayor y menor lo inducen a repetir formulas melódicas convencionales debido a las continuas audiciones que impone el común entorno sonoro. A estos aspectos podemos sumar otros de mucho peso: en el suelo de Latinoamérica, la pentafonía está todavía vigente en su folklore y en la música de sus aborígenes.
G.G.: En nuestro país no se sabe que la obra didáctica de Carl Orff contempla en sus niveles superiores el trabajo armónico-melódico con diferentes modos, incluyendo los muy atractivos modos antiguos.
¿Cómo puede trabajarse sin los instrumentos que propone Orff dada la real situación de pobreza que reina en nuestros colegios?
C.O.: El buen docente, el que tiene iniciativa, vence cualquier dificultad. El primer instrumento del que disponemos es nuestro propio cuerpo, mas alrededor nuestro existen numerosos elementos que esperan ser explorados e incorporados en el “instrumental”. Se puede trabajar con flauta dulce, con guitarra, con todo instrumento que tenemos a mano hasta con el piano usado en forma elemental.
G.G.: ¿No le parece que la obra didáctica de Orff por el hecho de haberse originado en suelo germano no es apta y no se debería implantar en países de una idiosincrasia diferente?
C.O.: Reitero. Como no se trata de un método sino de un concepto humanista-pedagógico sumamente amplio, la obra de Orff es aplicable, desde luego de manera bien diferente en cualquier parte del mundo. Lo prueba su difusión por todo el orbe. El mismo instrumental constituye una genial interpretación de instrumentos típicos que provienen de diferentes regiones del planeta.
Manuscrito de Guillermo Graetzer.
Noviembre de 1983
Extraído del Archivo “Guillermo Graetzer” del Instituto de Musicología “Carlos Vega”.

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